miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL LIMONAR DE MÁLAGA

El Limonar, al menos en parte, sigue conservando cierto espíritu aristocrático. Sobre todo por ese deseo profundo de intimidad, de segregación con respecto al resto de los mortales.
El Paseo de Sancha
Oculto, sestea, entre sus umbrías callejuelas en torno al cauce, las más de las ocasiones seco, del arroyo que marca los límites del barrio, en el antiguo camino hacia Vélez, Nerja y Granada. Con sus caserones y sus antiguas mansiones parapetadas tras setos añosos y opacos; comandadas por algún que otro torreón que sobresale como atalaya de vigía cubierta de tejas vidriadas de verde aceite o por algún centenario ejemplar de araucaria traído  allende los mares. Y todo, trepando por las colinas hacia los montes como bandoleros arrepentidos pero que no cierran la puerta a la libertad.
El ingeniero José María Sancha, allá por el siglo XIX, planeo la creación de un lugar donde levantaran villas  los nuevos ricos, un barrio residencial para la incipiente burguesía. Fue suya la idea de construir hotelitos rodeados de amplios jardines protegidos por verjas de hierro que tan sólo dejaran adivinar lo que dentro la ostentación requería.