jueves, 17 de julio de 2014

LA SEBASTIANA, POEMA DE VALPARAÍSO

“Pequeños mundos de Valparaíso, abandonados, sin razón y sin tiempo, como cajones que alguna vez quedaron en el fondo de una bodega y que nadie más reclamó, y no se sabe de dónde vinieron, ni se saldrán jamás de sus límites. Tal vez en esos dominios secretos, en estas almas de Valparaíso, quedaron guardadas para siempre la perdida soberanía de una ola, la tormenta, la sal, el mar que zumba y parpadea. El mar de cada uno, amenazante y encerrado: un sonido incomunicable, un movimiento solitario que pasó a ser harina y espuma de los sueños.” (Pablo Neruda)
Son tan pequeños como infinitos los mundos que contienen los cerros, pues los cerros son la ventana hacia la libertad de esta ciudad un tanto ahogada por su fatigoso puerto. Desde estos miradores se desparraman, como flores descolgadas de un árbol tropical, barrios inspirados por un gusto más centroeuropeo que americano. Con sus hotelitos, casonas o palacios, realzados por galerías de madera, y esa tendencia a rematar los edificios con frisos, a adornar los patios como jardines y a rejuvenecer su piel con retoques cosméticos.