domingo, 8 de febrero de 2015

TOMA DE AIRE AFRICANO EN TARANGIRE


Subimos al Land Rover, donde apenas si hay sitio para nada. En él se apelotonan todos los trastos necesarios para acampar (tiendas, mesas, sillas, utensilios de cocina), además de los equipajes de los tres viajeros, el de nuestro driver Gerald y el de nuestro nuevo acompañante, Arguiñano Martin, un negro de baja estatura, regordete, sonriente, callado y tierno, quien a partir de este momento será el encargado de que nuestros estómagos vivan contentos, de que  nuestros paladares se deleiten con su cocina de autor y de que las fuerzas no nos abandonen en la sabana tanzana. El pobre se acomoda como puede entre tanto bulto en la tercera fila de asientos del todoterreno.
La expedición ya está al completo y partimos camino de algo nuevo y distinto para los tres amigos que iniciamos este viaje. Como dice Javier Reverte “Una sola pregunta puede justificar un gran viaje y el viaje está hecho para aquellos que no saben muy bien hacia donde se dirigen ni conocen con exactitud lo que buscan. Este hecho para los que intuyen que encontrar no es lo importante y que cumplir un sueño puede ser, sobre todo, darse de bruces con la aventura”. Estábamos a punto de experimentar esa sensación.